25 de marzo de 2011

El acierto desaprovechado




Desde que el Gobierno anunciara el pasado 25 de febrero su intención de reducir el límite de velocidad en autopistas y autovías de 120 a 110 kilómetros por hora para ahorrar combustible, se ha producido una avalancha de opiniones contrarias a la medida. La guerra civil en Libia ha disparado el precio de los barriles de petróleo a máximos históricos y el Gobierno ha decidido dar un paso adelante para evitar un enorme gasto en esta situación de crisis que todavía sufre España.


Entre los aspectos positivos que reportará este recorte, se producirá una reducción de las víctimas en carretera de, aproximadamente, un 10%. Entre otros motivos menos relevantes, esta disminución se producirá porque, al circular a 110 en lugar de 120 kilómetros por hora, la distancia de frenado se reduce en 44 metros desde que se pisa el pedal de freno hasta la detención completa del vehículo.

Por otra parte, no cesan de aparecer argumentos contrarios a la reducción de velocidad que no dejan de ser medias verdades o datos de dudosa veracidad. Algunos detractores de esta medida aducen que se ralentizarán los desplazamientos de mercancías y eso provocará que la economía española sea más lenta porque la mayoría de los transportes de materiales en España se realiza por carretera. Este argumento es parcialmente falso. Es cierto que las mercancías se realizan principalmente por carretera, pero olvidan mencionar que ésta se transporta en camiones pesados que ya tienen la velocidad limitada a 100 kilómetros hora, de modo que no notarán el cambio. Igualmente, los transportes por autobús tampoco lo notarán porque también tienen limitada la velocidad máxima a 100 kilómetros por hora. Otro socorrido argumento es que esta medida tiene un afán recaudatorio. No queda claro que ese sea un buen argumento en contra. El ciudadano que no supera los 110 kilómetros por hora no será multado por exceso de velocidad, nadie les obliga a hundir el pedal del acelerador.

Aunque la Asociación de Ingenieros de Tráfico (AIT) ha calculado un 1,5% de ahorro en combustible, este dato debe quedar en suspenso porque es difícil de determinar. Este porcentaje depende en mayor o menor medida de una serie de factores como son la cilindrada del automóvil y su aerodinámica; si éste consume gasóleo o gasolina; la relación de marchas utilizada y el uso del freno motor; la presión y el estado de los neumáticos, etc.

El ahorro de combustible puede ser el motivo principal para el impulso de esta resolución. Sin embargo, la estrategia equivocada de defenderla únicamente por esta vía es lo que ha arrastrado al Gobierno a su siguiente error: anunciar que la medida es de carácter provisional y que se revisará en junio de este año. Esto ha desmontado su principal tesis para la defensa del ahorro de combustible. La culpa de la impopularidad de la medida solo la tiene el Gobierno, que ha desperdiciado una magnífica ocasión para escalar en las encuestas de intención de voto a falta de dos meses para las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo, que servirán de termómetro para las generales del próximo año.

Artículo Editorial para la asignatura Redacción Periodística II: Géneros interpretativos y de opinión.

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